VINO BLANCO, APUESTA SEGURA

AUTOR: Marcos Aguilar
PUBLICADO EN LA REVISTA SABOR Nº 321

Los vinos blancos españoles cuentan con una gran reputación y son una apuesta segura en tu mesa.

La revolución de calidad experimentada por los vinos españoles en las últimas décadas está fuera de cualquier discusión posible, aunque si esto es verdad en todos los demás vinos, se hace mucho más palpable en los blancos.

España nunca se consideró a sí misma tierra de vinos blancos, y eso que en una región tan emblemática como la Rioja la mayoría del vino que se elaboraba hasta el siglo XIX era blanco, o que la variedad de uva más plantada en la Península Ibérica ha sido y sigue siendo todavía hoy la blanca Airén.

En cualquier caso, un breve recorrido por las zonas elaboradoras más destacadas nos permite contemplar actualmente un paisaje hasta hace algunas décadas inaudito. En Galicia, sin duda la zona más consagrada a la elaboración de vino blanco de España, las Rías Baixas se han consolidado como una zona de referencia mundial por sus Albariño, mientras que Ribeiro, que está recuperando a marchas forzadas su delicada Treixadura, y Valdeorras, que vive con entusiasmo el renacer de la Godello, compiten con ella en el mercado nacional cada día con más y mejores argumentos.

 

Cambio de mentalidad

Asimismo, resulta espectacular la nueva vida que gracias al cambio climático y las nuevas filosofías elaboradoras está experimentando el Txakolí, especialmente en Vizcaya. Mientras que muy cerca de allí, en la Rioja, resurge de sus cenizas la Garnacha Blanca al tiempo que los enólogos redescubren la Viura, que tantos grandes blancos produjo en el pasado, con técnicas de elaboración más modernas.

 

Variedades autóctonas recuperadas

En zonas de Cataluña como el Montsant, el Priorat o Terra Alta también encontramos nuevos vinos elaborados con la Garnacha Blanca. Glicérica y frutal, esta variedad cada vez está mejor considerada por los expertos. Y no es el único fenómeno de recuperación que tiene lugar en tierras catalanas. La Xarel.lo se ha convertido ya en la variedad de referencia del Penedès, al tiempo que la Picapoll conquista poco a poco su espacio en Pla de Bages.

Son solo algunas pistas, a las que cabe sumar el proceso de recuperación de la Verdejo de Rueda que están realizado las mejores bodegas de la zona para distanciarse un poco de la influencia aplastante que esta variedad herbácea y fresca había venido sufriendo por la invasión de la francesa Sauvignon Blanc. Algo parecido ocurre con la Chardonnay, hasta hace unos años reina del viñedo español sin ser autóctona y que cada vez más descubre que hay determinados lugares, como el Somontano o Navarra, donde adquiere particularidades que la hacen única, sin necesidad de recurrir a esos excesos de madera que se habían hecho tan frecuentes en ella.

 

Blancos para la eternidad

Existe el tópico de que los blancos han de consumirse jóvenes, pero esto no es más que una verdad a medias. Los mejores blancos producidos nunca en España han sido los de Viura que todavía hoy pueden disfrutarse en alguna bodega riojana -¡muchas décadas después de haberse elaborado! . En el caso de los albariños, cada vez hay más que han sido creados para consumirse uno, dos o diez años después de su cosecha.