AGUACATE

Probablemente, cuando oímos la palabra aguacate a la inmensa mayoría se nos viene a la mente el tan delicioso guacamole con el que dipeamos en cualquier cena mexicana que se precie; pero esta fruta, que se utiliza más como hortaliza, esconde muchas otras posibilidades.

Originario de México, Colombia y Venezuela, el aguacate tiene un sinfín de variedades que se cultivan en países tan dispares como México, Brasil, Estados Unidos, Australia, Israel, China, Kenia, Sudáfrica y España. Las más conocidas son cinco: hass, bacon, cocktail o dátil, fuerte y pinkerton. Todas, a excepción de la pinkerton, se cultivan en España, donde, como en tantos otros países, la variedad que más se conoce y comercializa es la hass, un aguacate de pequeño tamaño, rugoso, de piel oscura y pulpa verdosa. 

 

100 % saludable

En relación a otras frutas, el aguacate aporta una mayor cantidad de grasas que, al ser monoinsaturadas, carecen de peligro alguno para nuestra salud. Al ser rico en fibra, tiene un efecto saciante, evita el estreñimiento y regula los niveles de glucosa en sangre. Todo ello se adereza con la presencia de minerales como el magnesio y el potasio, que favorecen el buen funcionamiento de los sistemas nervioso e inmunológico.

El aguacate contiene asimismo vitaminas de los grupos A, C, D, K y B, que lo convierten en un buen antioxidante y en el mejor aliado de nuestro cerebro, nuestros huesos y nuestra salud cardiovascular, que también se verá beneficiada por su alto contenido en ácido oleico. El aguacate también contiene ácido fólico, una vitamina especialmente indicada para mujeres embarazadas.

 

Versatilidad al poder

El aguacate es el invitado estrella de un gran número de platos. Su sabor suave y su consistencia cremosa lo convierten en el ingrediente idóneo para preparar purés y suculentos patés, preparar ensaladas o guacamole, o como acompañamiento de cereales y verduras. Lo más importante es no añadir la sal hasta el momento de consumirlo, ya que ponerla con antelación hará que el aguacate se oscurezca.

En cualquier caso, para asegurarnos de elegir un aguacate en su punto, debemos fijarnos en varios aspectos. Lo primero es su color —cuanto más oscuro, más maduro— y su consistencia, pero también nos puede ayudar retirar el rabillo: si lo que sigue al rabillo es de color oscuro, el ejemplar está pasado; si es verde, todavía le quedan unos días de maduración, y si es amarillento… Voilà! ¡Ese es el que debemos escoger!