BOGAVANTE

AUTOR: Rosa Mestres
PUBLICADO EN LA REVISTA SABOR Nº 324

Uno de los principales protagonistas de la Navidad es, sin lugar a dudas, el bogavante. De carne delicada, firme y muy sabrosa, este crustáceo, que se caracteriza por tener un caparazón de color azul grisáceo cuando está vivo y que adquiere una coloración roja intensa cuando está cocido, combina a la perfección con infinidad de ingredientes y, por consiguiente, puede se utilizado para preparar todo tipo de recetas. Desde platos sencillos, ya sea cocido simplemente a la parrilla o al horno, hasta los más sofisticados y de alta gastronomía. También es uno de los grandes protagonistas de la cocina marinera más tradicional. Con él se pueden realizar arroces caldosos, sopas, calderetas... Hay que tener en cuenta que toda la carne que encierra su caparazón es comestible y que, incluso, con el hígado y las huevas se preparan exquisitos majados y salsas.

 

Rico en proteínas y pobre en grasas

Con una composición nutritiva muy similar a la de la langosta, aunque destaca por tener una carne de sabor más fino, el bogavante aporta al organismo un interesante contenido en proteínas de alto valor biológico. Además, es pobre en grasas (apenas el 2%) y poco calórico (83,50 calorías por cada 100 g), por lo que es un alimento indicado en dietas hipocalóricas. Aunque de la grasa que posee destaca el colesterol, como en el resto de crustáceos, esto no significa que contribuya a aumentar los niveles de colesterol en sangre ya que el tipo de grasas que contiene es de las más saludables, las insaturadas.  Por lo que se refiere a su aportación en minerales, destaca el sodio, el potasio, el yodo y el magnesio, y entre las vitaminas, contiene la C, la E, y la B3. Esta última es muy interesante para la salud ya que ayuda a eliminar los químicos tóxicos del cuerpo, además de favorecer el crecimiento y el buen estado del sistema nervioso.