Similar a la coliflor, el brócoli o brécol es una planta de la familia de las crucíferas que se caracteriza por tener los racimos pequeños y compactos, de color verde-morado brillante, y el tallo firme. Su origen parece que se encuentra en los países bañados por el Mediterráneo oriental, en concreto en Oriente Próximo.

Compra: El brócoli se puede encontrar durante todo el año, aunque las mejores épocas para consumirlo son el invierno y la primavera, puesto que son las estaciones en las que esta planta se desarrolla de forma natural. Se han de rechazar los ejemplares que tengan las flores abiertas, estén blandos o que presenten un color amarillento.

Conservación: Una vez en casa, para evitar que se enmohezca se puede almacenar sin lavarlo en bolsas de plástico perforadas dentro del verdulero del frigorífico entre tres y cinco días. Si no se refrigera, se pone fibroso y leñoso con rapidez.

En la cocina: La forma habitual de consumir brócoli es hervido, solo o acompañado de otras verduras. Admite las mismas preparaciones que la coliflor, es decir, salteado con ajos y vegetales, con trozos de jamón, con pimentón dulce o picante, cubierto de bechamel, gratinado en el horno...

La mejor forma de conservar sus cualidades es cocerlo al vapor o hervido durante tres o cuatro minutos. Para que se cocine de forma uniforme, es importante que los ramilletes tengan un tamaño similar.

Propiedades nutricionales: Es rico en vitaminas, entre las que destacan el ácido fólico y la niacina, la provitamina A y la vitamina C. Su aporte calórico es muy bajo puesto que contiene mucha agua. De su contenido en minerales sobresale el potasio y cuenta con cantidades interesantes de calcio y magnesio. Además, según numerosos estudios, el brócoli tiene propiedades antioxidantes, efectos anticancerígenos (próstata, vejiga, mama...) y efectividad contra la bacteria Helicobacter pylori (causante de úlceras y gastritis).