UZBEKISTÁN

AUTOR: Montse Barrachina y Jaume Mestres
PUBLICADO EN LA REVISTA SABOR Nº 344

Con su sonrisa y manos en el corazón, los uzbekos nos dan la bienvenida con su gastronomía milenaria, a base de arroz, verduras, frutas, vinos y pan. Descúbrela.

Conquistada por Alejandro Magno y Genghis Khan, Uzbekistán se encuentra en el corazón de la Ruta de la Seda, que los camellos atravesaban cargados de telas, papel, vidrio, pólvora, canela, miel… y por donde viajaban ideas, conocimientos y creencias espirituales. Su territorio yace entre dos grandes ríos del Asia Central, el Syr Darya y el Amu Darya, y está cubierto con el manto de arena roja del desierto de Kizylkum. Los elegantes minaretes y las grandiosas madrasas y mezquitas de ciudades como Samarcanda permanecen en la memoria del viajero por largo tiempo, pero su gastronomía deja un recuerdo indeleble.

 

Diferentes tradiciones

La cocina de Uzbekistán comparte las tradiciones culinarias de los pueblos turcos y las recetas más originales de los mercaderes de otros países. El plato tradicional es el palov (plov, osh o pilaf), con arroz, zanahoria, cebolla, ajo y cordero, y que se cocina a fuego abierto. Se sirve los jueves y en ocasiones especiales, siempre junto con una ensalada achichuk, de tomate, cebolla roja y pepino.
Otras especialidades del país asiático son el shashlik, brocheta de cordero, ternera y pollo, marinada y ligeramente especiada que se acompaña de arroz blanco, o la shurpa, una sopa con grandes trozos de carne grasa y verduras frescas. Entre las sopas de fideos no hay que dejar de probar el norin o el lagman.

‘Sumalak’

Una receta que ocupa un lugar especial en la cocina uzbeka es el sumalak. El origen de este plato se remonta al zoroastrismo, religión muy antigua en la que se venera al fuego que simboliza la divinidad, que propugna la buena vida, sin hábitos ni normas dietéticas restrictivas y que tiene tres mandamientos básicos: buenos pensamientos, buenas palabras, buenas acciones. El sumalak se cocinaba como un plato ritual antes del inicio de los trabajos de cultivo de primavera. En la actualidad se cocina durante el Navrouz para celebrar el año nuevo y el renacimiento de la naturaleza. Se elabora a partir de granos de trigo germinados, se que muelen, hierven en un caldero con aceite de semilla de algodón, agregando harina y cociéndolo durante 10-12 horas cantando alrededor de su fuego. Se considera que este plato da a las personas poder físico y espiritual.

Por lo que se refiere a los postres, destaca el chak chak, unas bolitas fritas hechas de harina, miel y frutos secos, que incluso se preparan como tarta nupcial. Para otras ocasiones festivas, se consume fruta, una compota de fruta fresca o seca, nueces y siempre té verde caliente, la bebida nacional. Los uzbekos lo toman sin leche ni azúcar y lo ofrecen como signo de hospitalidad.

Para acompañar los postres, los vinos dulces de Uzbekistán también resultan excelentes. Elaborados a partir de variedades locales de uva, han recibido premios internacionales y se exportan a Rusia y a diversos países asiáticos.

 

Alimento sagrado

El pan (non o patyr), considerado por los uzbekos como un alimento sagrado, está muy presente en las mesas del país. Llama la atención por su forma de hogaza circular, con un surco en el centro y el borde más grueso, y, a la hora de comer, se parte en trozos. Aunque la variedad básica es el obi non, que se cuece en un horno de arcilla (tandir), existen diferentes tipos: el shirma non de Samarcanda, pequeño y grueso; el obi Bukhara non, espolvoreado con sésamo o nigella; el obi non de boda, con crema y mantequilla; el tashkent lochira, con leche, mantequilla y azúcar. Son deliciosos en aroma y sabor.