PEQUEÑOS GRANDES TESOROS AGRARIOS

AUTOR: Xènia Torras
PUBLICADO EN LA REVISTA SABOR Nº 341

Las variedades locales nos hablan de dónde venimos y nos han llegado después de siglos de selección.

La cultura agraria catalana nos tiene reservados sabores, usos y texturas que un día deleitaron el paladar de nuestros antepasados, y que las prisas del mundo actual y la globalización nos han hecho perder. Hablamos de las variedades tradicionales agrarias, aquellas que los campesinos y las campesinas catalanes llevan miles de años seleccionando, observando las que funcionan mejor y las que suplen las necesidades de sus pueblos.

El proyecto Esporus es uno de los bancos de semillas pioneros en Catalunya. Desde hace más de 15 años conservamos más de 375 variedades locales de cultivos extensivos y de huerta. Estas variedades nos hablan de dónde venimos, de nuestra historia, de nuestra tierra y de nuestra gente. Son las únicas que nos garantizan que, con los mínimos recursos, se les saca el máximo provecho, y nos alimentan de verdad. Son las variedades exitosas que nos han llegado después de siglos de selección y aclimatación. Pero también nos permiten saber hacia dónde vamos, porque las virtudes guardadas en sus genes nos pueden ayudar a superar las inclemencias de las sequías, el cambio climático, las plagas y las enfermedades que acosan
y acosarán huertos y campos.

Actualmente en Catalunya hay más de 15 proyectos relacionados con la conservación. La mayoría trabajamos en conjunto dentro de la Red Catalana de Graneros, desde donde hacemos formación interna, difusión de las variedades locales y trabajo legislativo y técnico con la Administración y con proyectos afines del resto del Estado. Este trabajo en red es básico para llegar al máximo de gente y para garantizar unas semillas sanas y una información cultural unificada y contrastada.

Una pequeña muestra de nuestros tesoros podrían ser la berenjena blanca, variedad muy productiva, de sabor suave y meloso, ideal para freír; el tomate pimiento, de piel fina y pocas semillas, muy sabroso, el mejor para hacer conservas, en salsa o al natural; la lechuga de tres ojos, con un sabor marcado y una textura crujiente, de crecimiento rápido y buena conservación poscosecha; o la judía roja de la variedad afartapobres, de textura harinosa y sabor fuerte, ideal para acompañar carnes, que mantuvo las barrigas llenas a todo un mundo rural en los años 40. Todas estas variedades procedentes del saber tradicional han llegado hasta nuestros días porque siguen siendo el mejor material para nuestros campos y los mejores gustos para nuestros platos.

 

Xènia Torras

Responsable del proyecto Esporus