LUCRECIA

AUTOR: Texto: Montse Barrachina Fotografía: Joan Cabacés
PUBLICADO EN LA REVISTA SABOR Nº 336

Positiva, sincera, tierna… puro amor. La cantante Lucrecia nos recibe en Sitges, para hablar de sus proyectos y abrirnos su corazón.

Creció en un ambiente lleno de inspiración que adoraba la música, así que Lucrecia parece que estaba consagrada a entregarse a este bello arte. Interpreta, compone, produce y derrocha una energía y felicidad innatas que contagia a quien tiene cerca. 

 

Ha sido una sorpresa volverte a ver en Los Lunnis después de una larga ausencia. ¿Echabas en falta el programa? 

Pues sí. Es un programa lúdico para toda la familia, pero sobre todo es muy educativo para los niños. Ellos necesitan programas infantiles y en Los Lunnis se les habla de historia y de leyendas para que sepan mucho más de su niñez que de la edad adulta.

 

¿Cómo crees que te ven los niños?

¡Como me ves…! Alegre, cercana, franca y realmente pueril. Tengo una puerilidad interna que mi hijo siente, y este me dice que le doy algo que otras madres no dan. Supongo que ven en mí comprensión, mucha paciencia y también fragilidad.

 

Pero, realmente, ¿qué hay detrás de las trenzas de colores y de tu sonrisa?

Una mujer muy responsable, muy intuitiva, llena de amor y de muchísima alegría. Soy famosa pero llevo una vida muy tranquila. No vivo de memorias pasadas. 

 

Tu look te ha ayudado a trabajar con el público infantil. Debes de tener un montón de anécdotas con tu pelo.

¡Muchas! Me preguntan siempre por qué tengo el pelo de colores. Una vez una aerolínea me pidió viajar a Mallorca. Y cuando ya estaba allí, en el coche, pregunto: “¿Y por qué me llaman exactamente?”. Y me dicen: “Atendemos a niños con cáncer terminal”. Yo nunca había dicho que había sufrido cáncer de mama, no sabía ni qué hacer, y me senté, porque era de las primeras veces que lo verbalizaba. Comienzo a hablar sobre muchas cosas de la vida y una niña me dice: “¿Quieres decir que a ti te han salido las trenzas de colores porque recibiste radioterapia?”. Fue un día realmente fuerte para mí...

 

Acabas de estrenar el musical Una bruixa a Barcelona. 

Es la historia de una niña que sale mucho con sus padres y la llegada de una hermanita la separa de ellos. Habla del amor, la amistad y la xocolata desfeta. De pequeña, al llegar a Barcelona con mi familia desde Cuba, mis cabellos se tornaron de mil colores. Ahí supe que tenía poderes mágicos. Es un paseo por los importantes iconos arquitectónicos de Barcelona a través de mi música, con diseños de Philip Stanton, escrita y dirigida por Edu Pericas, con mucha alegría, fantasía y moralejas maravillosas. Estaremos en el Teatro Victoria de Barcelona durante todo el invierno y luego de gira. 

 

Además de cantante, eres compositora y productora. ¿De dónde sacas la inspiración? 

En mi familia hemos crecido con mucha inspiración y mucha música. Mis padres compusieron mis primeras canciones. En mi disco Me debes un beso incluí una canción que mi mamá me dejó en el contestador cuando los contestadores aún eran de cinta. Lo de componer también viene porque la discográfica me dijo que sería muy importante para mí como cantante. Podía no haber sido una buena compositora, pero sí, soy buena: compuse la banda sonora de Balseros y fuimos a los Óscar, y con Mi gente gané el Premio de la Música. 

 

Has explorado diferentes géneros musicales… 

Probé la música norteamericana en un concierto junto a la Orquesta Sinfónica de Barcelona. Con Mi gente incursioné en el pop latino y la música tradicional cubana. Y ahora tengo un nuevo camino con dos singles del álbum La vida es un carnaval, un electropop latino fácil de escuchar. También me encantan los boleros.

 

El deseo de transmitir amor a los demás te ha llevado a crear los Premios Alegría de Vivir... 

Sí, y vamos ya por la quinta edición. Se premia a personalidades que despiertan alegría de vivir en los campos de la ciencia, el deporte, la cultura, la solidaridad… 

 

Cuba, tu país, ha iniciado un proceso de cambio. ¿Cómo lo contemplas?

Será un proceso que se demorará mucho hasta llegar a todas las capas de la sociedad. Importa que se limen asperezas, que se respeten los puntos de vista de los cubanos de Cuba y del exterior, y que los corazones se limpien para que todo vuelva a nacer. 

 

Tienes un hijo adolescente. ¿Cómo definirías vuestra relación? 

¡Bella! ¡Intensa! Sabes que es un momento de cambio, que has dejado atrás la niñez, los Lunnis, los besitos de chocolate... Intento tenerlo cerca, pero también permitirle un poco de distancia. Le digo que lo importante es su crecimiento personal. Si en tu casa hay fuerza y te sientes apoyado, serás una persona con bases sólidas. 

 

¿Te gusta la cocina?

Mira, yo cocino por el olor. Cuando un plato está bien, el olor me llama. Aprendí a cocinar en casa, con mi mamá, pero realmente me aficioné cuando tuve que alimentar a mi hijo y preferí hacerle yo misma la comida a comprarle papillas. ¡Soy muy dedicada!

 

Has escogido un plato cubano, el arroz moro, como tu favorito. ¿Por qué? 

¡Me encanta! El nombre viene de los moros y cristianos, de ahí el arroz blanco y los frijoles negros. En Cuba, cada vez que llegaba el domingo, mami lo hacía, pero a mi papi le gustaban los frijoles en caldo porque el arroz moro es seco. Así que cada fin de semana entrábamos en una luchita familiar. Ten por seguro que si invito a alguien a comer a casa hago comida cubana, y eso es arroz moro.