CUIDA TU SISTEMA DIGESTIVO Y… ¡SERÁS MÁS FELIZ!

AUTOR: Rosa Maria Espinosa, dietista y nutricionista de Menja Sa
PUBLICADO EN LA REVISTA SABOR Nº 345

Llamado en los últimos años el segundo cerebro, el aparato digestivo no solo procesa la comida que ingerimos. Descubre todo lo que hace por nuestra salud.

Además de digerir alimentos, absorber nutrientes y eliminar los residuos, el aparato digestivo ayuda a comunicar nuestro interior con el exterior, igual que lo hacen el sentido del olfato o el de la vista. Controlado por el sistema nervioso entérico, una subdivisión del sistema nervioso autónomo, está formado por una red de neuronas capaz de aprender y recordar con independencia del sistema nervioso central, con el que se comunica para informarle a través de nuestra alimentación. De este modo, actúa a modo de barrera, dejando pasar todo aquello que es necesario y que es útil para nuestro cuerpo, y frenando todo lo que pueda resultar perjudicial. Pero el aparato digestivo no trabaja solo…

 

El papel de los microorganismos

En nuestro sistema digestivo habita, además, la flora intestinal, una comunidad de microorganismos que influye directamente en sus funciones de digestión, absorción y evacuación, a la vez que colabora con el sistema inmunológico. Dicha influencia puede actuar de forma positiva, pero también de forma negativa, dependiendo del tipo de microorganismos que contenga. Una mala salud digestiva puede estar detrás de infecciones recurrentes como el resfriado, de problemas dermatológicos, como piel atópica, o de cuadros alérgicos. Son diversos los factores que empeoran la salud de la flora digestiva y, por ende, la de nuestra salud en general.

 

Más prebióticos y probiótico

Una alimentación rica en alimentos vegetales o prebióticos —fruta, verdura, legumbres, frutos secos, semillas y cereales integrales— y probióticos —yogur; leches fermentadas, como el kéfir, el kumis o el bífidus, y verduras fermentadas, como el chucrut— es la clave para tener una buena salud digestiva. Los vegetales, además,  aportan fibra, que proporciona energía a las bacterias digestivas , y vitaminas, que les resultan esenciales para vivir. Pero, para que sean realmente efectivos, hay que consumirlos enteros, en lugar de en zumo, batidos o en purés, ya que así se conserva la fibra y se favorece el acto de la masticación, un paso importante para el proceso digestivo.

El consumo de alcohol y/o tabaco y el estrés, en cambio, afectan negativamente a la comunidad de microorganismos de nuestro sistema digestivo, ya que provocan pérdida de vitaminas y a su vez alteran la mucosa protectora que recubre el intestino. Dicha mucosa es el lugar donde se ubican las bacterias digestivas y a su vez aporta nutrientes tanto a estas como a la pared muscular digestiva. Los antibióticos, necesarios para combatir infecciones bacterianas, también influyen de forma negativa sobre la flora digestiva, ya que su función es eliminar bacterias, viéndose afectadas en gran medida las bacterias digestivas. Esto explica que al tomar determinados antibióticos tengamos alteraciones gastrointestinales, como la diarrea. Por ello, mientras dure el tratamiento con antibióticos, es recomendable tomar probióticos en forma de suplementos: frenarán las molestias y contribuirán a reponer las bacterias perdidas.