MAG LARI

AUTOR: Montse Barrachina
PUBLICADO EN LA REVISTA SABOR Nº 338

Vive en su casa de Tàrrega rodeado de objetos fascinantes y misteriosos, y también de grandes ilusiones, como no podía ser menos en un mago.

Asegura que fuera de los escenarios y los platós no se parece al Mag Lari y que esto a la gente le sorprende cuando le conoce. Aunque no pueda seguir el ritmo y el tono que caracterizan a su personaje, Josep Maria Lari Viaplana (Barcelona, 1973) es igual de guapo y elegante, se le intuye un fino sentido del humor y se le adivina una fuerza mental increíble para ubicarse en tantos proyectos al mismo tiempo. Cosa de magos.

Si lo que haces es ilusionismo, ¿por qué lo llamamos magia?
Es lo mismo. Magia es una palabra que engloba más cosas e ilusionismo es más concreta y bonita. Cuando dices que eres ilusionista todo el mundo tiene muy claro que no pretendes engañar, sino ilusionar, porque les haces ver cosas que no pasan en la realidad normalmente.

Empezaste a hacer pequeños trucos a los 14 años. ¿Cómo eras entonces?
Un niño tímido al que la magia le sirvió para abrirse. Con la magia te conviertes en el centro de atención muy fácilmente. Cuando estás en un grupo, si sacas las cartas y empiezas a hacer un juego de manos que nadie sabe cómo va, automáticamente eres el rey de la fiesta.

¿Cómo nació el personaje del Mag Lari?
Nació en El Llantiol en 1994, cuando con Meritxell Huertas nos llamábamos Mag Lari & Secundida. Yo era un mago que hacía aparecer palomas y no hablaba, y ella interpretaba a una partenaire que no tenía ganas de trabajar. Un día la Meri se puso enferma, llamé para decir que no podíamos ir y me contestaron: “No puede venir ella, pero el mago eres tú. Coge el micro y haz la carta de la naranja”. Actuábamos a medianoche y tenías que ser muy fuerte para devolver todo lo que el público te decía, así que me inventé un personaje que salía a actuar de mal humor, muy antipático... Con los años lo fui suavizando hasta lo que es ahora, con ese humor agrio y agresivo, pero a la vez muy cómico.


¿Qué magos han influenciado tu estilo?
En aquella época me gustaba mucho el Magic Andreu por ese contraste que tenía entre la estética clásica y el campechanismo; también me influyó conocer a Enric Magoo y me quedaba deslumbrado con David Copperfield, para mí el mago más completo. Todo lo que hace es espectáculo y además es guapo, simpático…

¿Un mago es capaz de sorprenderse ante un gran truco?
No. Es el peaje que pagamos. Pierdes toda la ilusión porque nada más empezar ya sabes cómo está haciendo el número ese mago. Pero disfrutas viendo cómo lo presenta, lo mejora o perfecciona la técnica.

Y fuera de tu profesión, ¿qué te sorprende o te emociona?
Me emocionan muchas cosas, sobre todo las que tienen como motor la pasión o el amor... Cuando veo manifestaciones en la calle con tanta gente, cuando veo su bondad…, me emociona y pienso que lo hacen porque les sale de dentro.

¿Qué has hecho por amor?
Por amor lo hago todo, sobre todo en la pareja. Y en mi trabajo aún estoy en ese punto de hacer las cosas sin pensar con la cabeza, sino que las hago porque las siento. En un nuevo espectáculo que se llama Dolce Vita! se me ha ido la olla y lo que llevamos no me cabe en un camión y vamos con dos, lo cual es muy poco inteligente. Pero tenía ganas de hacerlo.

Dices que la magia es autodidacta, pero en España existen algunas escuelas, ¿no?
Es a un nivel muy amateur o no tan estructurado como a mí me gustaría. Bueno, la escuela que lleva Ana Tamariz en Madrid creo que está bien. Yo, en septiembre, abriré una escuela en Barcelona, con una línea de extraescolares, porque hay niños que cuando nos ven actuar se les despierta algo dentro, y otras dos líneas dirigidas a adultos: una para quienes desean hacer magia como hobby y otra para quienes se quieren dedicar profesionalmente.

¿Por qué apenas hay mujeres en esta profesión?
¡Ufff! Creo que el hombre, por naturaleza, es más juguetón que la mujer o no sabe desprenderse tan fácilmente de la época infantil. La mujer entiende que esto de la magia es un juego y pasa de la tontería de intentar sorprender a los demás. Cuando hago un juego de magia con un grupo, quienes después vienen para saber cómo lo he hecho siempre son hombres.

Y ellas, ¿cómo entienden la magia?
Tienden a entenderla como una especialidad teatral, y yo también la considero así. Sus espectáculos son más visuales, más teatrales, más bonitos. Yo ahora no soy mago porque quiera ver la cara de flipada de la gente; lo que me mola es montar el show y divertir.

A Joan Brossa le apasionaba la magia. ¿No echas en falta figuras como él, que se interesen más por esta disciplina?
Sí, pero preferiría que la magia fuese una herramienta al servicio del artista más que un arte en sí misma. Me gustaría, por ejemplo, que los actores tuvieran una asignatura de manipulación de objetos en su formación. El juego de manos brilla mucho más cuando quien lo defiende tiene un talento especial.

Sientes adoración por Michael Jackson. ¿Qué admirabas de él?
Tenía 12 años cuando me regalaron uno de sus discos. Creo que yo era muy obsesivo de pequeño porque tanto con Michael Jackson como con la magia me tiré de cabeza. Es un personaje con muchas caras y todas me gustan. Todo lo que hacía se convertía en un fenómeno, incluso las polémicas.

¿Ha influido mucho en tus espectáculos?
Totalmente. Y más desde Splenda, un montaje dedicado a él e inspirado en su música, su vestuario, sus movimientos tan marcados y la iluminación de sus espectáculos, porque lo que él hacía era más un espectáculo que un concierto. Yo he querido hacer lo mismo: convertir la magia en espectáculo.

A menudo colaboras en televisión…
¡Es que los teatros no se llenan solos! Me gusta alternar televisión y teatro porque se retroalimentan. Con Javier Cárdenas siento que soy el invitado en su casa y me da mucha manga ancha.

¿Qué otros proyectos tienes?
Actualmente tenemos cuatro espectáculos de gira: Ozom, que hemos empezado a llevar fuera de Catalunya, Una nit amb el Mag Lari, Dolce Vita! y Lari Poppins. A finales de año estrenaremos en el Condal como un “autohomenaje” con lo que he hecho hasta el momento.

¿Qué haces para desconectar?
Estar en casa. También me ocupa bastante tiempo mi colección de Michael Jackson, que es muy chula. Además, estoy intentando crear un museo, aunque esto es a más largo plazo.

¿Se te da bien la cocina?
Me gusta comer muy sano y evito las salsas, pero no cocino. ¡Es que soy un desastre! Tengo la suerte de que mi novio cocina muy bien. No es que yo se lo pida, sino que me ve haciendo cosas en la cocina y me dice: ”Venga, que ya te lo hago yo”. Por ejemplo, la crema de melón, que me encanta, no la preparo yo, pero colaboro.