EL COMPORTAMIENTO ALIMENTARIO DE LOS ESCOLARES EN ESPAÑA

PUBLICADO EN LA REVISTA SABOR Nº 323

Aunque el menú de los comedores escolares esté equilibrado, puede desequilibrarse cuando pasa "del plato a la boca".

En general, se puede decir que la comida de los comedores escolares españoles es bastante aceptable y ha mejorado sustancialmente en la última década. Las escuelas y las empresas de restauración colectiva cuentan con la supervisión de nutricionistas que planifican la comida en función de las recomendaciones realizadas por las autoridades sanitarias, dando lugar así a menús equilibrados desde un punto de vista nutricional. Sin embargo, aunque el menú esté equilibrado, puede desequilibrarse “del plato a la boca”: hay una serie de factores y circunstancias que acaban por influenciar la ingesta real de alimentos de los escolares. Por ejemplo, la importancia de los gustos personales. De acuerdo con el Observatorio de la Alimentación de la Universidad de Barcelona, los alimentos más recomendados nutricionalmente (verduras, legumbres y pescado) son los que ofrecen porcentajes de aceptación más bajos en la edad escolar. Pero es importante remarcar que el consumo está más relacionado con la forma como determinado alimento es cocinado y presentado que con el alimento en sí.

También vale subrayar que las características organolépticas de los alimentos (textura, color, olor, sabor…) influyen significativamente en lo que comen y dejan de comer los escolares; sin embargo, por lo observado, esos aspectos no siempre son considerados en los comedores. Lo mismo vale para las diferencias de edad y de género de los comensales: los alumnos de Educación Primaria y Secundaria tienen necesidades nutricionales distintas y, por otro lado, niños y niñas no comen igual. Asimismo, el tiempo disponible para comer condiciona el comportamiento alimentario de los escolares: a mayor tiempo, menores son las sobras de comida y viceversa.

Finalmente, vale la pena hablar del papel de los monitores en el comedor de la escuela. Además del ambiente más o menos amigable que puedan crear a la hora de comer, también hay que destacar su “grado de tolerancia” en relación a las sobras de comida y su flexibilidad hacia las normas de comportamiento del comedor. Todos estos aspectos también condicionan, en gran medida, tanto lo que comen los niños como lo que va directamente a la basura.

Barbara Atie Guidalli

Investigadora del Observatorio de la Alimentación, Universidad de Barcelona